miércoles, 15 de abril de 2015

Bob’s Burgers


Bob's Burgers es lo mejor que le ha ocurrido a las series de animación en mucho tiempo. Me sorprende lo poco conocida que es y las críticas tan flojas que tiene en su país, pero mientras tenga una audencia fiel y su continuidad en la Fox asegurada, lo demás me da igual. De momento se la he recomendado a unos cuantos amigos y a todos les ha entusiasmado, así que prefiero quedarme con eso.



Hace tiempo que Los Simpsons dejaron de ser lo que fueron, coincidiendo su agotamiento con la sucesión de Carlos Revilla en el doblaje (aunque respeto mucho a Carlos Ysbert, el  actual Homer Simpson y ni más ni menos que la voz de John Goodman o Tony Soprano, así que mi respeto infinito solo por eso). En Bob’s Burgers el doblaje es una gran baza a favor. De hecho esperé bastante tiempo a que doblaran la última temporada para verla, sin ser yo anti-subtítulos ni nada por el estilo. Y eso que en su versión original las voces también son magníficas, e incluso intervienen voces ilustres como las de Kevin Kline o Sarah Silverman, aunque en papeles secundarios. Hace bastante tiempo que Seth MacFarlane y sus sucedáneaos (a cúal, peor, aunque reconozco que no he tenido nada de paciencia con ellos) apestan a chiste sobado, y cayendo en la provocación facilona con el agravante de creerse el adalid del humor políticamente incorrecto. Pues mire, para eso prefiero mil veces antes South Park, que ha sabido envejecer con muchísima más gracia. Otros buenos ejemplos a seguir en ese sentido podrían ser esa pequeña joya que es Rick and Morty, o incluso Archer (a la que se le hace un guiño en la cuarta temporada de Bob’s), aunque mantengo ciertas reservas porque en la segunda temporada me cansé, pero aún así lo prefiero a Padre de Familia, Cleveland Show o American “sosaina” Dad. No me extraña que les haya dado por cruzar en un episodio a los Griffin con los Simpsons (crossover lo llaman), para mí no deja de ser otro síntoma de sequía creativa.
La Hamburguesería de Bob nada entre el humor políticamente incorrecto (no es para niños) y lo absurdo, sin renegar de un toque bonito y entrañable de vez en cuando. Por allí van desfilando hippies trasnochados, escaparatistas grillados que se enamoran de maniquíes, vacas con peluca, ídolos adolescentes abofeteables, maestros de capoeira que son auténticos Casanovas, inspectores de Sanidad deleznables, clubes de prostitutas travestis…  Al lado hay una funeraria, con un simpático y a ratos inquietante Mort como encargado. Enfrente, una pizzería regentada por la némesis de Bob, que también dará lugar a una especie de Romeo y Julieta entre Tina (su hija) y Jimmy Pesto Jr (adivina de quién es hijo).
La familia de Bob es muy normal a su manera. Su mujer, Linda Belcher, es capaz de hacerte una canción absurda de cualquier cosa. Y cuando digo cualquier cosa me refiero a quién sabe qué demonios tiene esa mujer en la cabeza. Por ejemplo, la canción que solía cantarle a una de sus hijas cuando les hacía trenzas en el pelo “Aquí viene el pelo, allá va el pelo, ¿y dónde está Harry Truman? Está muerto en el suelo, está muerto en el suelo, está muerto-muerto-muerto-muerto”.  Todo ello cantado con dulzura maternal, por supuesto. Esto me recuerda otro detalle que hace que una serie de este tipo (episodios autoconclusivos, personajes que no envejecen, etc.) mejore considerablemente: el mimo que le ponen a los créditos finales, ya sea cambiando la animación más repetida (la familia cocinando y fregando platos) por otra relacionada con la historia del capítulo, o ampliando una canción que en el episodio sólo ha sonado unos segundos, lo cual se agradece, especialmente en el caso de Linda. Puede parecer una tontería, pero hace crecer esa sensación de que has disfrutado el capítulo desde su estupenda cabecera hasta el final. Tal vez no haya muchos momentos de carcajada, pero al menos en mi caso, tanto la sonrisa de buen rollo absoluto como la risa de unos cuantos puntos están en mi cara todo el rato.
En la primera temporada se ven buenos mimbres, pero es a partir de la segunda cuando esta sitcom empieza a ser más graciosa. Se nota en el papel de Gene, el niño, que al principio parece condenado a chistes de pedos con su inseparable megáfono y su teclado, pero luego nos regala grandes momentos. No en vano suele ser el protagonista del último capítulo de cada temporada (entre mis favoritos está “Beefsquatch”, que cierra la T2). 



Pero también se nota la mejoría en Tina y Louise, sus hermanas. Tina es la adolescente obsesionada con el despertar sexual, con su amado Jimmy Pesto Jr., además de las pelis y sueños eróticos zombis. Hace versiones erótico-festivas de series y películas, le da igual si es Sensación de Vivir, Barrio Sésamo o Ley y Orden.



Louise es la listilla impertinente de humor macabro. Siempre con su capucha de orejas de conejo rosas maquinando maldades con sus dos hermanos como principales cómplices, aunque más bien suelen ser las víctimas.
A medida que avanza la sitcom también mejora considerablemente el protagonismo y la gracia de la pléyade de secundarios. Prueba de ello son la locura de la hermana de Linda, la simpleza de Tedd (el pesado entrañable de la barra y gran amigo de Bob junto a Mort, el de la funeraria) o los gemelos Pesto, Ollie y Andy, que llevan el amor fraternal a otro maravilloso y absurdo nivel (su doblaje corre a cargo de Sarah Silverman y su hermana Laura). No me sorprendería que estos dos fueran los personajes favoritos de más de uno. Tampoco me quiero olvidar del excéntrico casero de parche en ojo,cuya voz dobla Kevin Kline en la original.



Y por supuesto, Bob. La paciencia de Bob, el cartón que se le ve a Bob. Las ideas de iluminado de Bob. El sentido común de Bob. Normalmente se suele adjudicar un papel especialmente cómico al papel de padre (Homer y Peter Griffin son, de largo, los que mejores momentos me regalaron) y aunque nuestro amigo del bigotón tiene grandes momentos, suele funcionar más como la pieza que ensambla esa locura de familia que como otro oveja descarriada más.
En definitiva, la Hamburguesería de Bob tiene todo lo que le pido a una serie de este tipo. Personajes graciosos y entrañables, el punto justo de provocación y de incorrección política, y un montón de risas. Así que qué más queréis, copón. ¡Larga vida a los Belcher!


Dónde: Fox
Cuándo: Piloto en 2010, 2011-
Cuánto: 5 temporadas


Tina conduce:

viernes, 10 de abril de 2015

La Hey - Cordura





La cosa fue así: tenía la casa para mí toda la semana y estaba concienciado para grabar las voces de unas cuantas canciones que tengo casi terminadas pero, ay, las letras son en inglés y cuesta más. Bueno, en realidad las letras también estaban casi hechas. Bien, pues de pronto surge grabar una canción que hice el año pasado y que ya toqué muchas veces en el local con mi compadre Jaime Toledano a las baquetas (sin su flow ni esas mañanas de ensayo disfrutón no habría quedado así ni de coña). Y la grabo. Le añado lo que le faltaba de letra al final de la canción y unos coros. Se me ocurre un arreglo de piano. Y toda ella queda bien. Qué cojones, queda muy bien. Así que empiezo a darle vueltas. Que le den por culo a las letras en inglés, voy a hacer una canción al día intentando seguir la línea marcada por esa primera canción. Y en español, claro.

Todo viene a colación de que al fin he encontrado un sistema para componer y grabar siendo menos perro y más productivo. Consiste sencillamente en terminar la canción el mismo día que la hago. Siempre hay flecos por rematar después, pero dejar grabadas las guitarras, la base de batería, el bajo y hasta la voz (incluyendo escribir la letra si no hay ninguna rescatable en el cuaderno infernal donde suelo escribirlas) suele ser la mejor manera de sentir que avanzo un poco. De otro modo, la canción se queda en el esqueleto y, aunque pinte más o menos bien, luego da mucha pereza retomarla. Puede que solo le falten dos o tres detalles que ya tengo pensados, pero puedo tardar meses en ejecutarlo. La inconstancia es mi pastor.

El orden también fue importante. Manteniendo la idea de que fueran más o menos rápidas y tratando de variar los tiempos, las fui haciendo en orden, según lo iban pidiendo: ahora más ruidaco, ahora quito eléctricas, aquí meto unos MIDI, aquí una más tranquila con arpegios, etc. Y así quedó la cosa. Iba puliendo del todo las primeras que iban saliendo, que es lo que más pereza da, mientras mantenía la frescura y las ganas componiendo otras nuevas. Qué sensación más gratificante es esa de tener tiempo y aprovecharlo, aunque sea por una puta vez en mi vida. Y cuando ya lo tenía todo más bien cerrado, se me coló una más a última hora. ¿Entonces ocho al final? Pues sí, ocho. Una coplilla diaria menos un día que hice dos, aunque eso sí, en ésas me dejé las guitarras eléctricas sin grabar. Al final la cosa quedó en ocho temas en diez días. No está mal para un flojo de medio pelo como yo. Mención de honor para la media botella de whisky, las Alhambra 1925, la repartidora del kebab y la fumabilidad de mis pulmones.

En fin, que muy contento, señora. Creo que suena todo menos tristón en general, no menciono gente del pasado que me hace sonar más lánguido todavía en las letras y eso me parece buena señal. ¡Hasta he sido capaz de cantar en tercera persona! Espero que alguien lo disfrute tanto como yo lo he hecho componiéndolo y dejándolo apañado para quedarme a gusto. En realidad esto es lo que se me da bien, si me da por meterme en camisas de once varas más poperas, melódicas o experimentales es más por ponerme a prueba y tratar de sonar diferente que por otra cosa. La cabra tira al monte: es mi monte y me lo follo cuando quiero.

Y como el monte es mío, voy a desglosarlo porque me apetece mencionar mis influencias, algunas intencionadas y otras no tanto. Que quede muy claro que toda comparación es odiosa y que va en tono de respeto y admiración a todos y cada de los que menciono, por si parece que me pongo a su altura o algo parecido. Es solo una forma de reconocer a todos esos grupos nacionales que no sé si se reivindican tanto como se debería, aparte de una paja mental importante. Si prefieres saltártelo tampoco pasa nada, te dejo este video aquí como remate y ya está. De nada. 

"Cordura", además de la instigadora de todo esto, pretendía ser una especie de guiño al primer Chinarro (el uso de la acústica, la melodía de la voz) del que no soy especialmente fan, pero sé que un día me gustará tanto como el Chinarro de después. En un principio iba a ser en plan shoegaze y al final pues... no, de shoegaze no tiene nada. "Insomnio extremo" tienen un riff que me recuerda a "Do the evolution" de Pearl Jam, salvando las distancias, obviamente. La letra está inspirada en las canciones de Fernando Alfaro en tercera persona, como "El ruido de la calle", de la que soy muy fan, solo que la mía es en tono absurder. "Humor atípico" tiene un estribillo que me gusta y eso sí que es una novedad. También me recuerda a una parte ("ver y callar / ver y aguantar...") del "Solo" de Patrullero Mancuso.

"Verano danés" es un guiño a todas las vacaciones que he pasado en Galicia, con más cariño de lo que parece. "Caramoái" suena como si hubiera seguido tocando con mi banda de toda la vida, solo que sin mi banda de toda la vida. La letra son palabros mexicanos que me hacen gracia, me ha ayudado a recopilarlos Angie Vargas, mi hermanita mexicana. Reivindicando los insultos en general y los añejos en particular, con mucho cariño. A veces me venía a la mente "La venda negra" de Nueva Vulcano y otras veces un riff de Robe Iniesta, no te digo ná y te lo digo tó."La Calera" es la poperísima del lote, la planetera, con una melodía que suena a plagio de algo que si alguien me dice qué es, se lo agradecería. También tenía en la cabeza esa preciosidad que es "Electrolite". Lo de quemar la catedral y demás es mi parte favorita, me gusta el contraste de una melodía bonita con una letra medio tristona, medio hijoputesca, y también me gusta como queda la mención de honor a Mamá Ladilla. Qué le voy a hacer si 'unir' Los Planetas con Mamá Ladilla me pone palote, señora. Los arreglos también me recuerdan a El niño gusano de "El escarabajo más grande del mundo". "Rendirnos" en realidad era un descarte, pero surgió una guitarra a lo Lemonheads y salió hacia delante. No daba un duro por ella y al final creo que quedó bastante resultona. La letra es casi (¡casi!) optimista.

"Castigando" surgió ya cuando había cerrado el lote con esas siete anteriores. Mientras mi colega Javi me ayudaba a instalar el Acid Vegas (¡gracias, compadre no esquimal!) para poder editar mejor los videos de las canciones y hacerlos más decentes, saqué unos acordes que me parecieron curiosos. Luego surgió la melodía de la voz, que tardé bastante rato en identificar de dónde la había sacado subconscientemente (o como se diga). Resultó tener un aire bastante cantoso a "El estanco de Paula" de Malcolm Scarpa, una sencilla y magnífica coplilla de esas que te vienen a la cabeza cada cierto tiempo sin saber muy bien por qué, ya que es prácticamente la única suya que conozco. Cuando la grabé, me salió un rasgueo entrecortado tipo "Pitufa" de Sobrinus, aunque al final quedó un poco enterrado entre lo demás y tampoco quería darle un toque funky o algo parecido porque no venía a cuento. La sombra del gran Josele Santiago y de Los Enemigos también andaba por ahí. Y en esta quizá no tanto, pero en otras planea la sombra de David Rodríguez y Los Beef. Josele y él me parecen dos referentes que tenía que mencionar sí o sí. De los primeros disfruté en su día tocando "Septiembre" y de los segundos versionábamos "Highlights" y "Yo soy el cantante". Y si están ahí de toda la vida pues habrá que decirlo.

Muchas veces improviso sobre la marcha con el botón de REC encendido y a veces me llevo sorpresas muy gratas. Puede que mi parte favorita de todo este "Cordura" sea el final de "Castigando", tal vez porque surgió de manera muy espontánea y fue creciendo poco a poco sin que me diera cuenta. Aunque me costó montar la batería para que no se notara demasiado que son solo loops al fin y al cabo, me pareció un gran subidón. La letra habla del ya manoseado concepto de Andy Warhol sobre los quince minutos de fama, pero llevaba mucho queriendo meter paparazzi en una canción. Pa-pa-ra-zzi. Qué bien suena, copón.

Y hasta aquí el monte, el orégano lo dejamos para otro día.


jueves, 26 de marzo de 2015

Michael Feuerstack - The forgettable truth



Aunque todavía me faltan varios discos suyos por escuchar en profundidad, incluidos sus principios bajo el nombre de Snailhouse, no quiero dejar pasar más tiempo para hablar un poco sobre "The forgettable truth", el cuarto trabajo de este talentoso canadiense que me tiene atrapado desde que vi el video de "Clackity clack" que usó como adelanto. Empezando por la irresistible "Receiver", con su precioso estribillo que se me pegó como una lapa y sus coros femeninos que me recuerdan a Feist o Emily Haines. Sin hacer mucho ruido ni recargar demasiado las canciones, alternando guitarra acústica con eléctricas limpias, y cuando pide un órgano, piano y derivados pues allí van ("I wanted more", "Lamplight", "Talking blues") y si pide la sutileza de unos violines, como en "Clackity clack", pues violines. A veces me recuerda a gente como Matt Pond PA, como en la magnífica "Mother tongue", donde vuelve a dejar caer otro gran estribillo. También puede que te vengan a la mente los Luna de Dean Wareham en canciones como "Glacier love", o los Pedro The Lion de David Bazan en la sencilla melodía de "Blue light". E insisto en lo bien vestidas y arregladas que están las canciones porque creo que muchas veces es lo que diferencia un gran disco de uno simplemente bueno. 

Otra gran baza es su voz, muy acorde al tono tranquilo del disco en general, a excepción de "The devil", donde ensucia la eléctrica y pisa un poco el acelerador para darle un contrapunto necesario, aunque su voz también luce y de qué manera al final de "Cemetery trees", por ejemplo, en uno de mis momentos favoritos de todo el disco. También juega con un tono más agudo en el sorprendente cambio de "Walk by", donde añade unos bonitos coros y hasta me lo imagino dándolo todo en plan funky con su calvorota, qué cosas (se da un aire a Chris Peterson y eso también suma puntos, supongo). Bromas aparte, el disco fluye estupendamente de principio a fin hasta llegar a ese aire country que le da la steel guitar a "Monrovia" (otra que crece mucho gracias a sus arreglos), con la cual se cierra esta preciosa verdad olvidable de Michael Feuerstack. Habrá que seguirle la pista hacia delante y hacia atrás en el tiempo. Seguiremos informando.

Me parece una tontuna que solo puedan escucharse unas pocas en su Bandcamp, pero él sabrá. No sé si están todas, pero para tantearlo puede servir esto.




viernes, 13 de marzo de 2015

The Slap (La Bofetada)

The Slap es una serie australiana que cuenta la historia de una familia a partir de un suceso tan aparentemente irrelevante como una barbacoa en el jardín que de pronto se les va de las manos. ¿Por qué ocurre eso? Porque en la familia hay un niño muy mimado que se pone pestoso y recibe una galleta de un familiar con la mano muy larga, y claro, el pollo que monta la histérica madre del niño es considerable. Y sí, pongo tantos adjetivos porque, aunque en los siguientes episodios te hacen dudar sobre a quién odias más, tengo bien claro que en ambas partes de la contienda hay motivos de sobra para generarte antipatía en cantidades industriales. 


La serie está compuesta por ocho capítulos, cada uno de ellos dedicado a un personaje de los asistentes a la comida familiar en la que sucede la bofetada que da título a la serie. Una forma muy interesante de enfocar el desarrollo de la trama, ya que pone a prueba tu empatía con los que en principio te hacen ver como buenos y malos, desde el que propina la bofetada hasta la madre del niño que la recibe, pasando por unos cuantos familiares que tienen que decidir de qué lado ponerse. El juego empático está en ver hasta qué punto son malas personas los que se ponen de parte del que propina el cachete, y hasta dónde tienen razón los del lado de la irritante madre coraje que monta el cirio. Porque es ella la que monta el cirio y la que hace que la estabilidad y armonía más o menos llevable de la familia salte por los aires.

Pero, ¿quién eres tú para juzgar a un personaje por como reacciona en una situación así? Es decir, el niño no tiene la culpa de que su madre le tenga así de malcriado, ni la madre tiene la culpa de que su marido sea alcohólico, y su marido es alcohólico en parte por lo frustrante que es ver a su mujer seguir dándole el pecho a su niño de cinco años. Y en este bucle de culpas repartidas transcurre la acción, y tú en medio haciendo trizas tus prejuicios a cada rato. No deja de ser un ejemplo, pero creo que es bastante esclarecedor. A veces ese círculo vicioso de culpa es más fácil de solucionar de lo que parece; otras veces hay causas mucho más complejas por debajo y el remedio es peor que la enfermedad.
El hecho de que la familia sea de origen griego también juega un papel importante en la historia, ya que en varios de los dilemas éticos se apunta a la tradición y a las raíces de la propia familia, especialmente en lo relativo a los personajes más mayores. Matrimonios en la cuerda floja, relaciones tormentosas entre adolescentes, la soledad y sus mil formas de manifestarse… Todo ello interpretado magistralmente por un reparto que no cojea por ningún lado, ni en sus personajes mayores, ni en los de mediana edad, ni por supuesto en los más jóvenes, que le acaban dando un extra de credibilidad a la historia muy apreciable. En algunas series o películas se trata de abarcar problemas generacionales y siempre suele haber un bajón en alguna de esas edades, por aquello de querer abarcar mucho y acabar apretando poco, pero aquí no es el caso. 

Igual de destacables me parecen las historias paralelas a la trama principal, a veces endureciendo el tono de la serie y otras demostrando una sencillez y una belleza muy de agradecer. Es una pena no poder desvelar mucho más acerca de la trama, pero no es cuestión de destripar nada, obviamente. Añadimos una magnífica banda sonora, como no podía ser menos, y el resultado es una maravilla a la altura de Redfern Now, la otra serie australiana que conozco y de la que hablé aquí hace un par de meses. En este caso se tratan otros temas, aunque en realidad se hace con la misma cercanía que en aquélla, si acaso jugando un poco más con tus prejuicios, pero desprendiendo la misma autenticidad a la hora de tratar problemas tan cotidianos como complejos, tan aparentemente solucionables como profundos en realidad. Una pena que haya que hacer malabarismos para disfrutar de ella, o tener que comerse unos subtítulos bochornosos para poder verla en castellano.

“¿De parte de quién estás?”, reza un cartel promocional de la serie. ¡Hay que ser cabrón!





Dónde: ABC (Australian Broadcast Corporation)
Cuándo: 2011
Produce: Matchbox Pictures
Basada en el best seller del mismo título de Christos Tsiolkas.
Promo en español: https://www.youtube.com/watch?v=mmpQ11wH6Y4

lunes, 2 de marzo de 2015

La Hey - Vojvodina


Sigo dándole bola a mis cosas porque, si no lo hago yo, pues eso. Lo lógico y normal, por otra parte. Vojvodina lleva cuarto y mitad de lampreas, una poca de la languidez de siempre, ejercicios de autofustigación, mi primera (y última, espero) canción seudopolítica y va bien surtido de residuo emocional chichinabesco. Añádele un paquidermo moribundo y una rótula y ya tienes el pack completo. Por cero euros, si quieres, te lo bajas.

"Al menos vas ya predispuesto..."




sábado, 28 de febrero de 2015

Freeman




La portada me parece tan poco agraciada que no sabía si ponerla. Me temo que hay un soplo místico o vaya usted a saber, porque los que vienen de poner un pie en el más allá son muy de conversiones de este tipo. Y me parece bien, sobre todo si el señor Freeman firma maravillas como este disco homónimo. 

Sabiendo que siempre ha cojeado por el lado country-blues-folk y complementándolo con su lado más clásico (Bowie, algo de psicodelia, Beatles) el resultado entra más o menos dentro de lo esperado. Lo que yo no me esperaba es que el listón fuera a estar tan alto en general. Puede que también influyan las ganas que tenía de escuchar algo nuevo de esta entrañable gentuza que tan buenos ratos me han dado. 

Una buena declaración de principios al final de la primera canción avisa del ajuste de cuentas: "Fuck you all, I got a reason to live and I'm never gonna die". Toma ya. Inmejorable comienzo con "Covert discretion", a base de arpegios de guitarra acústica y voz hasta ese explosivo remate (con solo de guitarra onanístico incluido) mencionado antes. Luego llega el aroma a pop clásico de "The english and western stallion", elegido como primer single, el mismo que degustaremos en otras como "There is a form", "All the way to China" o una de mis favoritas por su sencillez y tremendo gusto, "Delicate green". En "(For a while) I couldn't play my guitar like a man" (qué gran título, copón) vemos como aflora su Neil Young interior y, lo que en manos de su anterior banda hubiera sonado a cachondeo o "parodia de", aquí suena a tomarse lo que oímos muy en serio. Su vena country-blues también se deja notar en esa especie de broma and roll casero titulado "I know a girl" (suena rallado como el que ha contado las veces que dice la frase sin molestarse en cambiar 'how' por 'who'), en los aires tranquilos de "Black bush", o en esa preciosidad llamada "More than the world", donde no se anda con rodeos y suelta una canción de amor llena de frases comunes sin que suene empalagoso para nada. Algo más rockero en el riff de "Gimme one more", demostrando de nuevo una gran solvencia y estar arropado por una buena banda, que por supuesto ayuda mucho. Y, por último, mención aparte para mis dos favoritas: la novedad en el tono arabesco en general y de los arreglos de violín en particular que hay en "El Shaddai", y mi debilidad absoluta de las doce que forman el disco, "Golden monkey". Algo tienen esa guitarra acústica y ese piano juntos para que pueda escucharla en bucle tantas veces seguidas, porque estoy seguro de que su tono místico no es. He leído en alguna página que recuerda a la época del infravalorado "Quebec", mi preferido después de "White pepper", y sí, puede que sea por eso.
En definitiva, no hay grandes sobresaltos en "Freeman", ni las montañas rusas de antaño, pero en ningún momento se echa de menos ni me da la impresión de que durante estos 47 minutos se caiga en la autocomplacencia o la monotonía, ni siquiera en incluir alguna pista de relleno (quizá "I know a girl", pero va al final para no estorbar). ¡No está nada mal para haber sido grabado en nueve días, Aaron!

De sus años en Ween te podrán venir a la cabeza canciones como "Stay Forever", "Chocolate Town", "She's your baby", "If you could save yourself", "Back to Basom" así como del "12 Golden Country Greats", aunque lo justo es valorarlo como el principio de otra carrera, y esperemos que ésta sea larga y fructífera, ya que es muy improbable que su amistad con Dean se arregle. Así que muy contento con el rollo místico de Gene sin Ween, sin sus efectos de coña en la voz, ni falsetes, y manteniendo el sentido del humor sin llegar a las locuras del pasado. Coherencia, a secas, al contrario que con su compinche (y enorme guitarrista), cuya marca de fábrica era esa coherencia de ser siempre igual de incoherentes.

 



En el año 2012, antes incluso de hacerse oficial la ruptura de Ween, firmó como Aaron Freeman "Marvelous clouds", su debut en solitario, disco de versiones del recientemente fallecido Rod McKuen. Supongo que era pronto para atreverse con algo propio (de hecho, se habla de ese bloqueo creativo en "(For a while) I couldn't play...", por ejemplo) y la verdad es que tampoco le quedó nada mal el homenaje. En realidad fue un fan el que le descubrió al cantante y poeta californiano, y quizá por no ser tan admirador suyo tuvo la frescura suficiente para encarar un disco entero de versiones, dejando con el culo torcido a más de uno, dicho sea de paso.
Un año más tarde aparecería ese epitafio musical con afán recaudatorio para su álter ego llamado "Gener's gone: The Final Demo Recordings of Gene Ween (2009-2011)", formado por grabaciones caseras, sin apenas batería ni bajo. Creo que funciona mejor como forma de decir "eh, tíos, sigo aquí, he salido de la mierda y volveré" que como un trabajo realmente a tener en cuenta. En el propio texto de su Bandcamp se menciona el bache que atravesó el bueno de Aaron (un poco en plan "échame una mano, primo, que la rehabilitación me ha dejado sin blanca"), tocando fondo allá por 2011 en Vancouver, y la diferencia con este segundo debut, por así decirlo, donde ya tiene una banda estable a su cargo. Aún así, al menos la mitad de las seis canciones de estas demos merecen la pena ser escuchadas con atención. Y no todos pueden decir que sus canciones siguen siendo igual de buenas aún dejándolas desnudas de arreglos y base rítmica. 
En sus años de instituto ya había hecho sus idas de olla él solito bajo el nombre de Synthetic Socks. Valga como ejemplo esta preciosa oda a los polis ("We love cops and we hate them too", "we make love to Planet Earth"), aunque también entonces colaboró su amigo Mikey Melchiondo (qué esperabas, eran colegas desde los catorce). 


Lo dicho, muy feliz de recuperar a Aaron para la causa musical, ahora que su situación personal se ha estabilizado, enseñando a los chavales a cantar y tocar la guitarra en la Escuela de Rock de Paul Green, además de contar con la ayuda de amigos como Jack Black (acérrimo fan de Ween) para dar a conocer este brillante trabajo. Me encantaría verle en calidad de profe sobre un escenario tocando temazos de Ween con la chavalada. No nos queda otra que recibir con los brazos abiertos a Freeman y despedirnos de su otro yo al grito de "Fly, Gener, fly!".

Para escucharlo online lo tienes en Deezer y aq no está entero pero también puedes hacerte una idea. Y que le den mucho por el culo a Spotify. He dicho.





sábado, 7 de febrero de 2015

Redfern Now



Redfern Now es una serie australiana que narra historias cotidianas de un barrio humilde de Sydney llamado Redfern, y cuando digo barrio humilde más bien quiero decir gueto. Da igual si la situación que viven los aborígenes te resulta lejana, al rato de empezar la primera historia es muy fácil que ya estés involucrado como si aquello que se narra fuera algo casi familiar. Siempre bordeando el drama, a veces incluso el dramón, me he sorprendido a mí mismo disfrutándola tanto, con lo poco dado que soy al género, sobre todo en lo que a series se refiere. Lo que sucede aquí es que, una vez que te tiene bien agarrado (dependiendo del nivel de empatía de cada uno), se agradece muchísimo que no se ensañe contigo, aunque es probable que el final no sea muy feliz. No se trata de destripar las historias, sino de saber cuál es el tono de la serie. A ratos me recuerda al cine social inglés, solo que aquí es una situación tan peculiar y/o local (ignorante de mí, no conocía la situación de los nativos australianos) como universal, porque al final los temas no dejan de ser el racismo, el maltrato, la exclusión social, los prejuicios o el lastre que supone tener un pasado turbio, por poner algunos ejemplos. Otras veces lo veo como un pueblo de cualquier lugar del mundo, con su gente entrañable por un lado y la importancia del qué dirán y la estrechez de mente por otro.


Cada capítulo es una historia independiente, autoconclusiva si quieres llamarlo así, aunque al situar la acción en el mismo barrio, hay personajes que aparecen más de una vez con más o menos protagonismo. Hacía mucho que una serie no conseguía que me derrumbara con tanta facilidad, sobre todo los seis primeros que conforman la primera temporada. En tres de ellos caí con todo el equipo y en los demás me emocioné como un niño, con sonrisa de oreja a oreja incluida en alguno de los casos, como el del himno nacional (1x04). Los seis de la segunda mantienen el nivel pero no llegan a conmover de la misma forma, y es curioso porque, como comentaba antes, en algunos episodios repiten personajes de la primera a los que ya has cogido cariño, así que en teoría debería ser más fácil llegarte a la patata, pero no, te dejan buen sabor de boca pero no te estrujan por dentro como al principio.
También es cierto que es muy difícil superar el listón de la primera temporada. Una banda sonora impresionante, con cabecera soul y música de fondo más cercana a la de Friday Night Lights (compuesta por Explosions in the sky) que a la de una serie al uso, aunque dependiendo de la historia se va adaptando de una forma maravillosa. Si la banda sonora no acompaña es muy difícil que yo logre conmoverme tanto, y aquí tampoco hay fallo en ese sentido. Como tampoco hay fisuras en el reparto, con mención especial para los papeles femeninos en general, aunque insisto en que no cojea por ningún lado, pero hay actuaciones sencillamente memorables. Le doy más mérito si tenemos en cuenta que no hay ninguno de ellos que nos pueda sonar, lo cual hace que podamos ser más objetivos si cabe, o con el criterio menos contaminado.

Al margen de algún que otro grupo de rock de esas zonas, mi conocimiento sobre Australia es más bien limitado. A veces esa ignorancia es una baza a favor, o por lo menos me gusta pensarlo así después de ver Redfern Now. No tengo ni idea de cultura australiana. Ni idea de la situación que vive allí la gente aborígen, aunque pueda asociarlo a lo que ocurre en otros países como EEUU o México. Lamentablemente, el poco o nulo respeto que se tiene por los aborígenes de cada país (indios norteamericanos o indígenas mexicanos, por poner dos ejemplos) es universal y no cuesta demasiado entenderlo. Pero una cosa es entenderlo y otra es disfrutarlo de la manera en que esta serie consigue que lo hagas. Para mí, los protagonistas de Redfern son como vecinos de toda la vida de mi barrio. Bueno, de mi barrio no, que me caen prácticamente todos mal, pero sí de un barrio humilde con encanto en el que viví alguna vez.



En definitiva, una gran serie que recomiendo encarecidamente y a la que también ayuda un cambio de aires entre tanta superproducción americana y tanta tiquismiquismiquez (toma palabro) de las series inglesas, siendo fan de ambos estilos también (¡El Séquito es de HBO!). Redfern Now es otra cosa, y además, insisto, te hace empatizar hasta el fondo y luego no se ensaña. Te muestra la tremenda mirada del policía con bigote, el aprendizaje de cada personaje a través de las consecuencias de los actos propios o ajenos o la complejidad de algunos personajes como en el episodio de la pareja gay, pero sobre todos ellos siempre gana la esperanza. De otro modo, al menos yo no habría conseguido verla entera y no estaría aquí acabando de escribir esta entrada.

Cuándo: 2012-2013
Dónde: ABC 1, Australia (Producido por Blackfella Films)
Cuánto: 2 temporadas de 6 capítulos, 55 min.