Debo decir que a mí Fargo me marcó. Llegué a ella de rebote,
cuando era un niñato sin criterio (igual que ahora, en realidad) acompañando a
mi hermana mayor en un pase nocturno de un día de diario. Salí maravillado de
la sala. Lógicamente, me perdí muchas cosas en aquella primera vez, pero desde
entonces fueron los únicos directores con los que me molestaba en ver cada
película nueva, además de comprobar que desde sus inicios ya tenían bien claro
su estilo. Nunca me han fallado y si lo hubieran hecho esta vez, que no es el
caso, no sé hasta qué punto se lo hubiera tenido en cuenta. El hecho de que
produzcan y no dirijan no significa que no hubiese sido una decepción haber
cedido los derechos para una serie que no estuviera a la altura. Está claro que
muchos desconfiábamos de que, partiendo de un listón tan alto como es la
película de los Coen de 1996, saliera una miniserie tan buena.
Lo primero que valoro es el respeto que Noah Hawley
(creador, director y guionista) desprende por sus autores sin caer en el autohomenaje
ni en la reverencia facilona, y cuando toca algún guiño lo hace con mucha clase
y/o sentido del humor. Así pues, el trabajo más difícil me parecía el de no
cabrear a los fans, que somos muchos (también es verdad que si figuran como
productores es para controlar que aquello no se tuerza). En segundo lugar, no
conformarse con eso y hacer crecer la idea original usándola como base sobre la
que añadir más historias. Enriquecerla y no romperla, lo cual me parece de un
mérito tremendo. Cuando acabé el Piloto me quedé entre sorprendido y
entusiasmado, aunque con muchas dudas sobre cómo serían capaces de no desentonar
con aquel capítulo tan completo.
La verdad es que la cosa empezó con buen pie desde el
principio. Me gustó el aviso de “basado en hechos reales”, siguiendo con la
broma del film (que luego se encargaron de desmentir y más tarde arrepentirse
de haberlo hecho); lo segundo que me gustó fue su magnífica banda sonora,
fundamental para que sólo con el arranque ya empiecen a hacer que te olvides
del escepticismo inicial o del prejuicio de turno. Es un buen ejemplo o una
buena metáfora de lo que consigue la serie. Se respetan los instrumentos y
parte de la melodía original pero se le da otro toque (jugándomela un poco diría
que suenan menos aires celtas que en la compuesta por Carter Burwell). El
trabajo de Jeff Ruso cumple su parte con creces tanto en el tema principal como
ambientando el resto de la serie.
Otro acierto es concebir la historia para que que quede
cerrada en diez capítulos de cerca de una hora. A medida que avanzaba la trama
me daba la sensación de que, si se alargaba más, estropearía mucho el resultado
final (por entonces, todavía no sabía que la confirmación de la segunda
temporada se refería a otra historia con otros personajes). Apuesto a que otros
no hubieran utilizado ninguna elipsis y la hubieran estirado innecesariamente
algún capítulo más.
Todos los personajes, a excepción de Billy Bob Thornton, son
Fargo hasta la médula. Esa especie de lentitud entrañable, o la sensación de
que, aunque pasen cosas raras, todo parece formar parte de algo rutinario. Con
un reparto magnífico (Colin Hanks, Bob Odenkirk, Allison Tolman, Adam Goldberg)
aunque siempre a la sombra de los dos personajes principales (Martin Freeman
como Lester Nygaard y B.B. Thornton como Lorne Malvo), cada uno complementa a
su manera esa especie de ambiente desangelado y la apatía que desprenden las
ciudades nevadas en las que se desarrolla la trama. El papel de Lester no le
tiene nada que envidiar al de Jerry Lundegaard de William H. Macy, la guapísima
Molly tenía la batalla perdida contra Frances McDormand de antemano, y aún así
sale airosa del embiste. Y luego está Lorne Malvo. El Hombre. Volviendo a lo
que comentaba al principio, ¿te imaginas un Lorne Malvo creado para una
película de una hora y media o dos horas? Habiendo creado un personaje tan
redondo, qué lástima no haberle podido dar el juego que te proporciona tener
diez capítulos por delante, ¿no? Billy Bob Thornton hace el papel de zorro
dentro de un corral lleno de gallinas cojas y ciegas, y pollitos indefensos.
Puede que la metáfora sea una mierda (¡lo es, Isis!), pero creo que se
entiende. Ésa es la novedad más importante respecto al oscarizado guion de los
hermanos Coen. En la película, la persona más avispada estaba embarazada y
jugaba en el bando de los buenos. Aquí, ese mismo personaje conserva el
instinto pero siempre hay alguien por encima para impedírselo, incompetencia
mediante.
Así pues, chapeau para este Fargo de Noah Hawley. Mención
especial para el impresionante capítulo de la tormenta (1x06), sin olvidar su
gran Piloto y un Season Finale a la altura. De vez en cuando parece mirar de
reojo la filmografía de los Coen a la hora de crear y recrear algunos personajes,
manteniendo la parte sangrienta, el humor negro, el ritmo de “parece que aquí
no pasa nada, pero pasa”… En definitiva, ha agarrado el listón que tenía, ha
hecho un agujero en el hielo con él y nos ha ahogado allí a los más pesimistas.
Al final, supongo que seré igual de escéptico y desconfiado cuando salga a la
luz la segunda temporada, ambientada en otro lugar y tiempo, porque ahora
tendrá dos buenos listones por superar. Y pobre del villano que tenga que
sustituir a Mr. Malvo, aunque apuesto a que habrá grandes actores detrás de ése
papel.
Cuándo: 2014
Cuánto: Miniserie de 10 capítulos
Produce: FX Productions / MGM Television
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