Bob's Burgers es lo mejor que le ha ocurrido a
las series de animación en mucho tiempo. Me sorprende lo poco conocida que es y
las críticas tan flojas que tiene en su país, pero mientras tenga una audencia
fiel y su continuidad en la Fox asegurada, lo demás me da igual. De momento se
la he recomendado a unos cuantos amigos y a todos les ha entusiasmado, así que
prefiero quedarme con eso.
Hace tiempo que Los Simpsons dejaron de ser lo que fueron, coincidiendo
su agotamiento con la sucesión de Carlos Revilla en el doblaje (aunque respeto
mucho a Carlos Ysbert, el actual Homer
Simpson y ni más ni menos que la voz de John Goodman o Tony Soprano, así que mi
respeto infinito solo por eso). En Bob’s Burgers el doblaje es una gran baza a
favor. De hecho esperé bastante tiempo a que doblaran la última temporada para
verla, sin ser yo anti-subtítulos ni nada por el estilo. Y eso que en su
versión original las voces también son magníficas, e incluso intervienen voces ilustres
como las de Kevin Kline o Sarah Silverman, aunque en papeles secundarios. Hace
bastante tiempo que Seth MacFarlane y sus sucedáneaos (a cúal, peor, aunque
reconozco que no he tenido nada de paciencia con ellos) apestan a chiste
sobado, y cayendo en la provocación facilona con el agravante de creerse el
adalid del humor políticamente incorrecto. Pues mire, para eso prefiero mil
veces antes South Park, que ha sabido envejecer con muchísima más gracia. Otros
buenos ejemplos a seguir en ese sentido podrían ser esa pequeña joya que es
Rick and Morty, o incluso Archer (a la que se le hace un guiño en la cuarta
temporada de Bob’s), aunque mantengo ciertas reservas porque en la segunda
temporada me cansé, pero aún así lo prefiero a Padre de Familia, Cleveland Show
o American “sosaina” Dad. No me extraña que les haya dado por cruzar en un episodio a los
Griffin con los Simpsons (crossover lo llaman), para mí no deja de ser otro
síntoma de sequía creativa.
La Hamburguesería de Bob nada entre el humor políticamente
incorrecto (no es para niños) y lo absurdo, sin renegar de un toque bonito y
entrañable de vez en cuando. Por allí van desfilando hippies trasnochados,
escaparatistas grillados que se enamoran de maniquíes, vacas con peluca, ídolos
adolescentes abofeteables, maestros de capoeira que son auténticos Casanovas, inspectores
de Sanidad deleznables, clubes de prostitutas travestis… Al lado hay una funeraria, con un simpático y
a ratos inquietante Mort como encargado. Enfrente, una pizzería regentada por
la némesis de Bob, que también dará lugar a una especie de Romeo y Julieta
entre Tina (su hija) y Jimmy Pesto Jr (adivina de quién es hijo).
La familia de Bob es muy normal a su manera. Su mujer, Linda
Belcher, es capaz de hacerte una canción absurda de cualquier cosa. Y cuando
digo cualquier cosa me refiero a quién sabe qué demonios tiene esa mujer en la
cabeza. Por ejemplo, la canción que solía cantarle a una de sus hijas cuando
les hacía trenzas en el pelo “Aquí viene el pelo, allá va el pelo, ¿y dónde
está Harry Truman? Está muerto en el suelo, está muerto en el suelo, está
muerto-muerto-muerto-muerto”. Todo ello
cantado con dulzura maternal, por supuesto. Esto me recuerda otro detalle que
hace que una serie de este tipo (episodios autoconclusivos, personajes que no
envejecen, etc.) mejore considerablemente: el mimo que le ponen a los créditos
finales, ya sea cambiando la animación más repetida (la familia cocinando y fregando
platos) por otra relacionada con la historia del capítulo, o ampliando una
canción que en el episodio sólo ha sonado unos segundos, lo cual se agradece,
especialmente en el caso de Linda. Puede parecer una tontería, pero hace crecer
esa sensación de que has disfrutado el capítulo desde su estupenda cabecera hasta
el final. Tal vez no haya muchos momentos de carcajada, pero al menos en mi
caso, tanto la sonrisa de buen rollo absoluto como la risa de unos cuantos
puntos están en mi cara todo el rato.
En la primera temporada se ven buenos mimbres, pero es a
partir de la segunda cuando esta sitcom empieza a ser más graciosa. Se nota en
el papel de Gene, el niño, que al principio parece condenado a chistes de pedos
con su inseparable megáfono y su teclado, pero luego nos regala grandes
momentos. No en vano suele ser el protagonista del último capítulo de cada
temporada (entre mis favoritos está “Beefsquatch”, que cierra la T2).
Pero también se nota la mejoría en Tina y Louise, sus
hermanas. Tina es la adolescente obsesionada con el despertar sexual, con su
amado Jimmy Pesto Jr., además de las pelis y sueños eróticos zombis. Hace
versiones erótico-festivas de series y películas, le da igual si es Sensación
de Vivir, Barrio Sésamo o Ley y Orden.
Louise es la listilla impertinente de humor macabro. Siempre
con su capucha de orejas de conejo rosas maquinando maldades con sus dos
hermanos como principales cómplices, aunque más bien suelen ser las víctimas.
A medida que avanza la sitcom también mejora
considerablemente el protagonismo y la gracia de la pléyade de secundarios.
Prueba de ello son la locura de la hermana de Linda, la simpleza de Tedd (el
pesado entrañable de la barra y gran amigo de Bob junto a Mort, el de la funeraria)
o los gemelos Pesto, Ollie y Andy, que llevan el amor fraternal a otro
maravilloso y absurdo nivel (su doblaje corre a cargo de Sarah Silverman y su
hermana Laura). No me sorprendería que estos dos fueran los personajes
favoritos de más de uno. Tampoco me quiero olvidar del excéntrico casero de
parche en ojo,cuya voz dobla Kevin Kline en la original.
Y por supuesto, Bob. La paciencia de Bob, el cartón que se
le ve a Bob. Las ideas de iluminado de Bob. El sentido común de Bob.
Normalmente se suele adjudicar un papel especialmente cómico al papel de padre
(Homer y Peter Griffin son, de largo, los que mejores momentos me regalaron) y
aunque nuestro amigo del bigotón tiene grandes momentos, suele funcionar más como
la pieza que ensambla esa locura de familia que como otro oveja descarriada
más.
En definitiva, la Hamburguesería de Bob tiene todo lo que le
pido a una serie de este tipo. Personajes graciosos y entrañables, el punto
justo de provocación y de incorrección política, y un montón de risas. Así que qué
más queréis, copón. ¡Larga vida a los Belcher!
Dónde: Fox
Cuándo: Piloto en 2010, 2011-
Cuánto: 5 temporadas
Tina conduce: