Nunca
he sabido transmitir lo buena que me parece El Séquito y no sé si sabré hacerlo
esta vez, pero voy a intentarlo porque es la serie que más veces he visto.
Cuando no había tantas y tan buenas por ver, prefería volver a ella antes que
empezar con una nueva. Con subtítulos o doblada, da igual, puede que haya visto
cada temporada unas cinco veces. Cada cierto tiempo, me lo pide el cuerpo. Pero
nunca sé cómo hacer ver que, bajo esa apariencia de serie entretenida y a ratos
superficial, hay mucho más de lo que parece.
Algunas
empiezan demasiado bien y acaban lastradas por ése arranque, pero aquí no es el
caso. El Séquito va de menos a más, con sus mejores momentos durante las
temporadas centrales, para acabar con dos últimas temporadas que no son
redondas pero tampoco la ensucian demasiado.
La
idea es bien sencilla: actor neoyorquino joven y guaperas dando sus primeros
pasos en Hollywood se lleva a sus colegas de toda la vida a vivir con (y de)
él. Vincent Chase (Adrian Grenier) es
el motor de la serie y en realidad el menos carismático de todos los
personajes, así que tampoco se puede decir que sea el protagonista. Vincent
está basado en los primeros años de Mark Wahlberg a su llegada a Los Ángeles en
los noventa, que además ejerce de productor. Su hermano mayor es Johnny “Drama”
Chase(Kevin Dillon), su mejor amigo
Eric Murphy (Kevin Connolly) y el
colega sin oficio ni beneficio Tortuga (Jerry
Ferrara). El representante de Vince, Ari Gold (Jeremy Piven), se come al resto del reparto según van
transcurriendo las temporadas sin llegar a ser nunca el protagonista. El
reparto de actores secundarios tampoco está nada mal: la asesora de imagen (Debi Mazar), el imprescindible ayudante
gay (Rex Lee), el director de cine
indie tormentoso y atormentado (Rhys
Coiro), la mujer del agente (Perrey
Reeves) o el típico pez gordo hollywoodiense, encarnado con maestría por
Malcolm McDowell.
Cada
uno de ellos da una visión de la parte del negocio que le toca. Mi debilidad,
aparte de Ari, siempre fue Johnny Drama. En realidad nunca he sabido hasta qué
punto se interpreta a sí mismo a veces, ya que forma parte de esa estirpe de
hermanísimos apestados de otra estrella triunfadora. Y es que Kevin Dillon,
hermano de Matt, aquí representa al actor de medio pelo, malo, que se busca las
habichuelas por enésima vez en el mundo de la televisión y cuyo mayor logro ha
sido una serie de los noventa llamada Saqueo Vikingo, de la cual ya te haces
una idea cómo sería. Mientras tanto, vive en la mansión de su hermano pequeño y
trabaja para él de cocinillas. A Eric le toca la parte de ser el agente
ninguneado, ya que todos saben que el que realmente maneja la carrera de Vince
es Ari Gold, pero poco a poco irá haciéndose hueco y al final acabará siendo
uno de los personajes más completos en su faceta como productor y su ascenso
como agente. Tortuga empieza siendo el que se fuma los porros y hace de chófer
para acabar desarrollando un papel de empresario con buen ojo para los
negocios, tras algún que otro fracaso como productor musical, mientras la
hierba sigue cayendo al mismo ritmo. Por su parte, Ari Gold da para otra entrada
él solo. No solo por sus decenas de frases míticas (muchas de ellas pasadas de
rosca), sino por su evolución durante las ocho temporadas. Es muy probable que
sin él la trama hubiera muerto en la cuarta o quinta temporada, y por supuesto
no se habría hecho una película al final.
Todo
ello aderezado con sexo y amoríos varios, flipadas propias de los que se están
pegando la gran vida y lo saben, una banda sonora magnífica y esa sensación de
que no hace falta ponerse intenso para mostrarte la basura que hay en el
negocio. Entourage rasca un poco pero no tiene ninguna intención de mostrar en
profundidad la cara más mierdosa de Hollywood y, cuando lo hace, es más de
manera colateral que de otra forma. A veces basta con un puñado de detalles para
hacerte una idea de lo que hay debajo de tanta apariencia enfermiza. Lo que sí es ofensivo para los
que adoramos a Vince y compañía es la comparación que la catalogaba como la “Sexo
en Nueva York para tíos”. Nada que ver.
Aquí todo funciona a base de guiños. Si hay
que ir a Cannes, a Sundance o a la Feria del Cómic de San Diego, se va. Si hay
que ir a un concierto de U2, usar la Mansión Playboy o decirle a James Cameron
que se interprete a sí mismo en cuatro capítulos, se hace.
El detalle de que acabe en película (a día de hoy está en fase de post-producción), como querrían muchas otras series que no han llegado a tal hazaña, da una muestra de lo que ha conseguido ir creciendo con el tiempo hasta llegar a un final que, eso sí, no está a la altura de las cinco o seis primeras temporadas. Y es que las dos últimas eran tan necesarias como las demás. No sería justo contar la vida de un actor triunfando en Hollywood sin contar su bajada a los infiernos y posterior rehabilitación. En realidad, no creo que caiga mucho el nivel, simplemente aparecen personajes más antipáticos y se entierra todo ese buenrrollismo general que hay durante el resto de las temporadas, pero nunca se me hizo largo un capítulo, y eso es algo que no puedo decir de prácticamente ninguna otra serie.
No
puedo incluirla en mi trío de ases (Los Soprano, Six Feet Under y The Wire),
las cuales considero ejemplares del género, pero sin duda me ha dado muchos más
ratos de satisfacción que ellas. Quizá no sea una satisfacción tan honda, pero
casi igual de sagrada.
NBA-Raperos:
Lebron, Nash, Odom, Mark Cuban, K. Love, Kanye West, Diddy Combs, 50cent.
Directores:
Scorsese, Cameron, Gus Van Sant, Shyamalan, Peter Jackson.
Actores: J. Cleese, Larry David, Jessica Alba, Scarlett Johansson, B.Shields, etc. etc.
T.V.:
Jimmy Kimmel, Sarah Silverman, Jay Leno, David Schwimmer, Jamie Presley…
Cuándo:
2004-2011 (Más una película en 2015)
Dónde:
HBO
Cuánto:
8 Temporadas, 20-30 min.
No hay comentarios:
Publicar un comentario